El clamor de Jesús está manifiesto en este salmo, como un cántico de victoria frente a sus enemigos que en esta tierra creyeron que lo vencerían por darle muerte. Él levanta un clamor desde el mismo Seol para que Dios Padre lo resucite, y Él lo hace, pues Dios no se olvida de sus santos.
Te glorificaré, oh Yahvé, porque me has exaltado,
Y no permitiste que mis enemigos se alegraran de mí.
Yahvé Dios mío,
A ti clamé, y me sanaste.
Hiciste subir mi alma del Seol;
Me diste vida, para que no descendiese a la sepultura.
Cantad a Yahvé, vosotros sus santos,
Y celebrad la memoria de su santidad.
Porque un momento será su ira,
Pero su favor dura toda la vida.
Por la noche durará el lloro,
Y a la mañana vendrá la alegría.
Cantad a Yahvé, vosotros sus santos,
Y celebrad la memoria de su santidad.
A ti, oh Señor, clamaré,
Y al Señor suplicaré.
Oye, oh Yahvé, y ten misericordia de mí;
Yahvé, sé tú mi ayudador
Yahvé, Dios mío,
/Te alabaré para siempre/
Colosenses 3:16: La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. (RV 1960)